«Para mí, publicar 999 palabras para el planeta tierra, novela que tiene un título bastante ambicioso, bastante prometedor, ha sido una jugada, una salida o una propuesta audaz. Pero, para mi sorpresa, un autor a quien no conocía ni siquiera de nombre ni personalmente, me refiero a César Gutiérrez, ha escrito una novela titulada Bombardero que un amigo mío y conocido por todos ustedes, Abelardo Oquendo, considera la más importante novela vanguardista del Perú.
Yo que he leído Bombardero, una novela muy difícil de leer, pero la considero la novela más importante de la literatura peruana en este nuevo siglo.
Yo que he leído Bombardero, una novela muy difícil de leer, pero la considero la novela más importante de la literatura peruana en este nuevo siglo.
Además, Bombardero abre un nuevo camino.
Pero yo traigo esta novela no escrita por mí sino por César Gutiérrez aquí, a colación, porque he encontrado una asombrosa coincidencia entre la propuesta de mi novela y la propuesta de Bombardero. Quiero aclarar que el tema o la temática son muy diferentes, pero que la propuesta de mi novela 999 palabras para el planeta tierra y Bombardero de César Gutiérrez nacen con una misma vocación, que es la de dar una visión totalizadora del mundo y del género humano y en la cual, sin conocernos, hemos coincidido increíblemente en muchas cosas. Y lo digo con la más absoluta tranquilidad porque no hay la más remota posibilidad de que alguien pueda sugerir que César Gutiérrez me ha plagiado o que yo he plagiado a César Gutiérrez.
Insisto en que las novelas tienen temáticas muy diferentes, pero también tienen asombrosas coincidencias: en ambas novelas no hay protagonista, en ambas novelas –y creo que por primera vez en la literatura peruana– se le da mucha cabida a la cultura árabe, y en ambas novelas hay bastante obsesión por torear (torear he dicho, concepto taurino) la idea de Dios. Y voy a citar literalmente un par de frases, una de César Gutiérrez de Bombardero y otra mía, en la cual ambos tratamos de pintar lo que es este personaje en el cual yo no creo y que se llama Dios: César Gutiérrez en Bombardero dice lo siguiente: “Dios es lampiño y rojiblanco”. Y yo en Cochabamba, en Bolivia, donde residía, por mi cuenta elaboré la siguiente frase: “Dios debe tener la piel blanca y los ojos de color azul claro”.
En ambas descripciones de este personaje, a quien nadie nunca jamás ha podido ver, hay la misma intensión satírica, burlona, fresca. Y yo me alegro de que haya esa coincidencia porque, para mí, el hecho de que entre el año 2007 y 2008 se publiquen 2 novelas que apuntan en la misma dirección, dirección que es ofrecer una visión panorámica de lo que es nuestro planeta, lo que son nuestras múltiples sociedades, de lo que es nuestra tecnología, eso significa para mí que yo no estaba desorientado cuando me planteé el compromiso de escribir 999 palabras para el planeta tierra».
Insisto en que las novelas tienen temáticas muy diferentes, pero también tienen asombrosas coincidencias: en ambas novelas no hay protagonista, en ambas novelas –y creo que por primera vez en la literatura peruana– se le da mucha cabida a la cultura árabe, y en ambas novelas hay bastante obsesión por torear (torear he dicho, concepto taurino) la idea de Dios. Y voy a citar literalmente un par de frases, una de César Gutiérrez de Bombardero y otra mía, en la cual ambos tratamos de pintar lo que es este personaje en el cual yo no creo y que se llama Dios: César Gutiérrez en Bombardero dice lo siguiente: “Dios es lampiño y rojiblanco”. Y yo en Cochabamba, en Bolivia, donde residía, por mi cuenta elaboré la siguiente frase: “Dios debe tener la piel blanca y los ojos de color azul claro”.
En ambas descripciones de este personaje, a quien nadie nunca jamás ha podido ver, hay la misma intensión satírica, burlona, fresca. Y yo me alegro de que haya esa coincidencia porque, para mí, el hecho de que entre el año 2007 y 2008 se publiquen 2 novelas que apuntan en la misma dirección, dirección que es ofrecer una visión panorámica de lo que es nuestro planeta, lo que son nuestras múltiples sociedades, de lo que es nuestra tecnología, eso significa para mí que yo no estaba desorientado cuando me planteé el compromiso de escribir 999 palabras para el planeta tierra».
(enrique congrains en la presentación de su libro. biblioteca de la municipalidad de san isidro. 28 mayo 08 - transcripción del periodista víctor campos ñique).
Me parece que este tío se quiere subir a como dé lugar al caballo (o al avión) que domina la novela peruana contemporánea.
ResponderBorrara mí me pareció un caballero muy amable
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