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Gutiérrez: 80M84RD3R0 es un campo de radiación/un container de residuos radiactivos/un vertedero de mutaciones

 02/06/2010 - 12:31: 

EDUARDO CORRALES, IBLNEWS


 “Un escáner de las distopías, un collage del Apocalipsis postindustrial, un poema camuflado, una película fraguada en mi zona cero, un container de residuos radiactivos, un vertedero de mutaciones”, es la definición de Bombardero (80M84RD3R0) para dummies que se le ocurre a César Gutiérrez (Arequipa, 1966), de regreso sobre sus pasos en Nueva York.

Pero la novela también es “un campo de radiación, un cerebro atrapado en su propia ignición, una parábola del amor postnuclear, 11 capítulos codificados en una lengua artificial, 11 amores y 11 mil subtramas paralelas, 11 mil pedazos rotos de un avión de guerra, 11 misiles tripulados contra dos edificios habitados por dummies)”, agrega y ríe.

Julio Ortega no dudó en considerar a Bombardero entre los cinco libros más destacados de Latinoamérica en 2009. “A partir del ataque a las Torres Gemelas…recorre las instancias del horror contemporáneo (la política sin polis, la civilizacion sin civitas), de cuyas ruinas sólo nos queda el horror, la risa y la novela”, suscribió el crítico.

Otro crítico, Ricardo González Vigil, le dispensó el calificativo de “un portento verbal (y tipográfico).. demoledora plasmación de una estética ciberpunk de la desmesura, el fragmentarismo, las conexiones haciendo cortocircuito y la mixtura mediática, impregnado todo de irreverencia neodadaista que oscila entre el anarquismo y el nihilismo, no obstante cierta resaca romántica de idealización amorosa, epifanías poéticas y musicales, más una admiración expresa ante el quijotismo”.



CG en el lugar donde escribió el primer borrador de 80M84RD3R0 (White House Hotel, 338-340 Bowery, NY 10012) y en la Zona Cero, donde acampó hasta el estallido.

La construcción de Bombardero le tomó a Gutiérrez todo un lustro, nueve meses de los cuales pasó en un alojamiento frente al ahora fenecido club CBGB, en Manhattan. El resultado no es precisamente el libro que esperan los biempensantes lectores de un autor sudamericano o del llamado tercer mundo. A la pregunta de por qué lo concibió de esa manera responde: “Porque soy un fuckin’ malpensante”.

“El primer borrador fue un vómito negro de 2,000 páginas”, asegura. “Con ese manuscrito viajé a Madrid y por supuesto que tenían que rechazar una marcianada de esa naturaleza. ¿Qué se ha creído este sudaca, Bolaño acaso?, seguro pensaron los editores”, conjetura.

“Pero el afinamiento tenía que ser absolutamente cerebral”, refiere. “Sólo con alevosía y ventaja se puede hacer una traumatología mental del horror cotidiano, un registro del consumo corporativo, de la inercia pornográfica, del horror vacuo, de la obscena lógica del espectáculo. Sí, he allí lo cerebral. Yo trabajo cada palabra como un alarife. Es mi única manera de enfrentar la complejidad de un mundo que se cae a pedazos. Con esa versión de la realidad me identifico”.


¿Informe sobre ciegos?

(De hecho, un informe de lectura de una casa editorial de Madrid, en 2003, rezaba: “Es indudable la calidad y el interés de este tipo de prosa, el disfrute del lenguaje por sí mismo, pero no es un libro al alcance de cualquiera, no es fácil de leer y se requiere una enorme sintonía con el mundo del autor para disfrutarlo al cien por cien. Me parece que solo una editorial vanguardista o un tanto experimental encontraría factible su publicación, aunque dentro de su elitismo y su originalidad, tal vez fuera del alcance de la mayoría".)

El escritor asegura que no tiene ninguna disciplina y que escribe en jet-lag. “Todo lo que aparece en mis libros está absolutamente decidida por mí. Y prefiero ser contundente hasta en la errata”, proclama en referencia al carácter predominante fragmentario apreciable en la novela.

“Mi escritura visceral es mi conversación. Y creo que sí, que lo único que salva a un escritor no es el análisis de los mercados editoriales, las transacciones comerciales, lo que se mueve tras bambalinas: yo me defiendo con mi pluma. Esta pluma son mis alas y es la única razón que tengo para despegar una y otra vez como artista”, añade.

La escritura de Gutiérrez se apunta en lo no lineal y pareciera adecuada para ser transmitida a través de los actuales soportes electrónicos antes que mediante un volumen impreso convencional. “Yo ya no puedo leer papeles impresos; escaneo los libros para sentir su textura”, afirma.

En cuanto a las obras de autores canónicos latinoamericanos como Borges, García Márquez, Vargas Llosa, Onetti, Rulfo o Cortázar, asegura que le suscitan muchas cosas, “pero el solo hecho de mirar sus portadas me remite a una época pretérita”.

Ensimismamiento narrativo

Considera que “el ensimismamiento narrativo que ocurre especialmente en Latinoamérica tiene como base la incapacidad para perseguir la velocidad de un mundo que cada día es otro”.

“Esas prosas me parecen irreproducibles e inimaginables ante los aparatos de localización que saturan el universo digital. Y entonces mi cabeza termina reemplazando esa antigua omnisciencia, la grandeza de los novelistas decimonónicos, por una literatura fabricada con dispositivos tecnológicos de sofisticada exactitud, que es como yo enfrento el problema del plasma en blanco”, señala.

“Yo voy a vivir en Nueva York, yo me voy a suicidar en esta ciudad escribiendo. Entonces mi única opción es sumergirme en la literatura que gobernará mi vida, en esa amalgama de tramas con componentes científicos de anticipación”.

En tal sentido considera determinante su reciente tour por el Este de los Estados Unidos. “En Amherts conocí a ese poeta increíble que es James Tate, al novelista Stanley Crawford, leí a Richard Jackson y Frank Stanford”, acota.

Además se sumergió “en los clásicos: Point Omega y Spook Country de William Gibson, en los viejos libros de Ishmael Reed, Donald Barthelme y Robert Coover, en los nuevos libros de DeLillo, Foster Wallace y Pynchon. Y desde entonces vivo en esos artificios que entienden al arte como experimento constante”.

A esa lista de esas estimulantes lecturas agrega House of leaves, “esa novela de culto de Mark Danielewski escrita en verticales, diagonales, al derecho y al revés, en círculos, con páginas en blanco, todo laberinto, todo vértigo ejemplar e indescifrable”

“Cuando me vine el 2003 estaba tratando de recuperar un amor que se hacía pedazos y terminó haciéndome pedazos. Así me quede una noche en el terminal 4 de JFK. Antes de verla despegar le dije chica: me quedo sin nada. Y ella me dijo no: te quedas con tu pluma. Y me quedé con esa pluma muriéndome de frío y desarrollándome en un lugar tenso, catártico, voluptuoso, sinuoso, potente, demoledor”, confiesa.

“No estará más el CBGB pero la tienda que lo reemplaza me invita a su fiesta todos los jueves. Y por 15 dólares el Ballroom me embriaga hasta las 4 de la mañana. Y en el Poetry Club puedo reirme, declamar y beber gratis hasta el amanecer. Y la Bedford de Williamsburg sigue dando fuego indie sin parar”, relata.



Solo destellos de luz

El escritor ha comprobado ahora que “una cosa es venir a trabajar un libro incierto y otra venir invitado por 4 universidades con el libro publicado. Uno es la ciudad que lleva adentro. Y el Nueva York que he tatuado bajo mi piel solo emite destellos de luz. La ciudad es cada vez más sorprendente, inteligente y poderosa”.

Gutiérrez no disimula su fascinación por Nueva York y cuenta que conoció la ciudad primero por los Ramones, Stooges, Television, MC5, The Dictators, Go Girl Crazy, Suicide. Por Warhol y Nico. Después por Ginsberg, Kerouac, Miller, Mailer, Dos Passos y E.L. Doctorow; luego por Shadows de John Casavetes y Pull my daisy de Robert Frank y Alfred Leslie.

“Suena a lugar común, pero estas calles siempre serán de (Martin) Scorsese y los puentes siempre serán de (Woody) Allen. King Kong siempre estará en el Empire State y las Torres Gemelas se seguirán cayendo junto a ese hombre que no deja de descolgarse. Ahora la redescubrí desde mi hotel en Lexington, frente a la torre Chrysler. Después desde NoHo y luego desde Brooklyn”, comenta.

De entre el variado menú de elementos, texturas, recursos y estados de ánimo percibibles en Bombardero sobresale el humor negro.

“Debe ser porque las novelas que me han enseñado a escribir -por citar solamente dos: Gargantúa y Pantagruel y El Quijote-, son ejemplos de ironía cáustica y comicidad desbordante. Por eso busco que mi humor sea negro, mi imaginación perversa, mis sátiras crueles y mi nihilismo hilarante. En esas parodias implacables encuentro un malsano e indispensable sentido de lo grotesco”.

Obediencia a una traición

En cuanto a los autores o artistas con quienes se siente vinculado, sea literariamente o en cuanto una actitud frente a la literatura, o con quienes comparte, dígase, una tradición, afirma: “Todos los que se parecen a Cioran gatillaron lo que soy. No obedezco a otra tradición que a mis lecturas desordenadas y a mis impulsos. No obedezco a una tradición, obedezco a una traición: yo procedo de una discoteca”.

A ese respecto explica que el formato novelesco de Spook Country permite, por ejemplo, a Gibson actuar como un DJ que almacena grandes cantidades de información en pequeños espacios. O House of Leaves, que tiene hasta ventanas impresas al revés, fotos, dibujos y un índice onomástico.

“Yo no los conocía pero mi intuición me llevo a construir Bombardero para ver qué pasaba si transformaba el teclado de mi computadora en sintetizador, en licuadora, en sampler. Pero estoy muy convencido de que el plasma tiene que ser el territorio para mis nuevas exploraciones”, apunta.

Bombardero es también considerado un libro de poesía, pero de hecho el primer trabajo publicado de Gutiérrez fue el poemario La caída del Equilibrista (1997). “Yo no sé qué es una poética, nunca estudié literatura. Lo que sí sé es que ese poemario -cuya versión traducida saldrá el próximo año en Estados Unidos- es el origen de la hecatombe omniabarcante en la que me embarqué después”.

“Y sí, Bombardero es una fusión de poesía con novela, pero ya no quiero teorizar mucho en lo que hice, demasiada chamba tengo rompiéndome la cabeza pensando cómo hacer un libro más innovador, poderoso y feroz que aquel”, agrega.

La experiencia del autor como periodista y DJ -actividades ambas que comportan mezclas y combinaciones, sonidos y palabras-, definieron la forma en la que finalmente se plasmó Bombardero. “De extremo a extremo. El periodismo fue mi cuartel de entrenamiento, el disyoquismo mi lanzador de ritmos”.

Los fatigosos avatares creativos y los tanteos para su posible publicación desembocaron previsiblemente (si se toma en cuenta el volumen del libro y su carácter más bien underground, difícilmente asimilable por el establishment editorial) en sendos rechazos en Madrid y en Lima, pero la insistencia rindió frutos y Bombardero fue publicado en Arequipa, en un solo tomo, y posteriormente la editorial Norma lo lanzó al mercado en tres volúmenes.

Bombardero al inglés

Este viaje también ha brindado resultados alentadores a la perseverancia del autor. “A la fiesta que me hicieron después de mi última presentación en University of Massachusstes en Amherst concurrieron algunos publishers, que estuvieron siguiéndome desde Providence. De modo que estoy en condiciones de informar que la traducción de Bombardero al inglés es inminente”, revela.

Gutiérrez anuncia que, para empezar, “a fines de mayo saldrán tres grandes fragmentos en la poderosa revista New York Tyrant, cuyo redactor Luke Goebbel formó un primer equipo de traducción frente a la casa de Emily Dickinson en Amherst”.

Agrega que por su lado, el editor GianCarlo Di Trapano ya contactó con Mónica Belevan, quien empezó a traducirlo de cara publicar el libro completo. “Ahora, por la visibilidad que da Tyrant en todo Estados Unidos no sería descabellado pensar que Penguin o Random House (Mondadori) propongan algo. Por el momento, New Directions Publishing Corp. ya fue noticiada”.

En cuanto a su visión del futuro dice: “Ya llegamos, ya estamos allí. Y el reto es llegar más lejos, hacer retratos alegóricos de alta resolución digital, jugar con la publicidad, con las tramas conspirativas, con las redes de vigilancia social, con la abolición definitiva entre lo real y lo virtual”.

“Vamos a rastrear y localizar lo que hay en el horizonte de sucesos, vamos a registrar los signos de la época, la realidad cada vez más transnacional, la paranoia global, la ficción y la ciencia fundiéndose en un planeta terminal, ciberespacial, donde el presente es el futuro”, abunda.

Preguntado acerca de lo que viene en su trabajo creativo individual, adelanta que quisiera publicar un libro en espacios digitales. “Ahora que prácticamente viví en Nueva York hallé ese no-formato. Y en esos 800x600 píxeles y 8 niveles de escala de grises sueño con escribir un libro llamado Plástico divino o algo así”, concluye entre renovadas risas.

DIVERSITY MEDIA / NYC


June 2, 2010...1:43 pm

Czar Gutiérrez: 

Busco que mi humor sea negro

mi imaginación perversa

mis sátiras crueles

y mi nihilismo hilarante

 

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