24.12.09

Julio Ortega (elboomeran): Madrid


(LOS 10 LIBROS DEL 2009)
Mis vecinos de Babelia preparan la madre de todas las listas, la lista de los mejores libros publicados este año en España. Para contribuir con el espíritu deportivo de estas encuestas (ya he dicho que documentan la fugacidad), incluyo ahora la de dos interlocutores de esta bitácora, y sumo la mía.
Heike Scharm, especialista en narrativa española contemporánea, y Samuel Andrés Arias, crítico bien informado y blogero alerta, demuestran la diversidad (una forma de la inteligencia crítica) de estas listas de buena voluntad. Heike recomienda libros publicados en alemán, inglés y español; Andrés, libros de latinoamericanos, indistintamente de su lugar de impresión; yo, libros de españoles (publicados en España) y de latinoamericanos (publicados en cualquier parte). No se por qué piensas tú, lector, que te excluyen estas listas, cuando la tuya es tan buena como cualquier otra. Todo demuestra que es más difícil incluir que excluir. Parece, en efecto, más fácil no incluir los libros publicados en América Latina pero, en verdad, es más complicado: el lector no se debe al lugar de impresión, y la lectura se ha hecho ilimitada gracias a Internet.
Cualquier lector puede adquirir cualquier libro en cualquier librería virtual. Y puede, si es avisado, consultar en red (hay excelentes portales literarios) las reseñas de un libro publicado en Buenos Aires, Santiago, Lima, La Paz, Bogotá, Caracas, Quito, Centro América, México; para no hablar ya de la producción editorial en las ciudades del libro que hay dentro de cada país hispano, representada por ese gran espacio de cultura democrática que son las Ferias del Libro, donde van a dar todos los libros, los de las más grandes y más pequeñas editoriales, sin país de origen, postulando que el español es universal. Si el lector es sensible al destino del español en este mundo, tampoco dejará de lado los libros publicados, en su lengua, en Estados Unidos.
Incluir es apostar por la concurrencia de la lectura; esto es, por un lector mejor educado.
Que tus lecturas sean mejores que las mías.

1. E s p a ñ o l e s:

Julián Ríos: Puente de alma, Galaxia. Ríos hace en el idioma español lo que los grandes narradores del inglés hacen hoy con el suyo: utilizarlo no como un instrumento para representar el mundo sino como una materia para des-representarlo, libre del sentimentalismo, el lugar común, y la confesión campantes.

Manuel Vilas: Aire nuestro, Alfaguara. Vilas se ha propuesto inspirar la próxima gran rebelión de los lectores que batallan contra la resignación de un idioma peñas arriba. Y no lo hace desde fuera sino cuerpo a cuerpo, en la pública esfera redundante, contra los sucesos que acontencen en la rúa.

Vicente Luis Mora: Tiempo, Pre-Textos. Más suelto de versos, estos poemas restados del tiempo, como su libro de deshoras, lo consagran, refutan, interrogan, cristalizan, plenos de sanidad sonora.

José Ovejero: La comedia salvaje, Alfaguara. En el espejo de Goya, desde el carnaval esperpéntico de Valle Inclán, esta alegoría postula que la vida española está fundada en la violencia. Una pesadilla de la que sólo se puede salir leyendo.

Juan Francisco Ferré: Providence, Anagrama. Tiempo sin silencio, el nuestro, nos dice Ferré, está hecho como un nuevo retablo de las maravillas. Con humor y vitalidad, se sobreimpone a sus interlocutores nortamericanos, no sin desenfado gozoso en un español, por fin, universal.

2. L a t i n o a m e r i c a n o s:

Sergio Ramírez: El cielo llora por mí, Alfaguara. Deliciosa parábola policial de la búsqueda improbable de la verdad en un mundo que prescinde, rentablemente, de ella. Todo lo que nombra lleva la feliz urgencia de hacernos parte de su relato.

Cecilia Vicuña and Ernesto Livon Grosman, eds. The Oxford Book of Latin American Poetry, Oxford University Press. Espléndida edición bilingue que suma, traduce y resume la larga vida de la poesía latinoamericana, desde sus voces nativas hasta sus voces de relevo.

César Gutiérrez: Bombardero, Norma. A partir del ataque a las Torres Gemelas, esta edición accessible recorre las instancias del horror contemporáneo (la política sin polis, la civilizacion sin civitas), de cuyas ruinas sólo nos queda el horror, la risa y la novela.

Rodrigo Fresán: El fondo del cielo, Mondadori. Fresán no se rinde al éxito de una u otra de sus novelas, y lo apuesta todo a un nuevo camino. Posee el genio de la variedad, y cada escena suya es más cierta en ilusiones ganadas.

María Auxiliadora Alvarez: Las nadas y las noches, Candaya. A Mario Campaña, editor de diálogos trasatlánticos, se debe esta muestra de una notable poeta venezolana, heredera del gran Juan Sánchez Peláez, cuya poesía completa (Lumen) a punto de ser convertida en pulpa, es recuperada por esta vigilia de filiaciones y reparaciones.

((Julio Ortega en: El Boomeran, El País))

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