Entrevista: Víctor Coral / Fotos: Sergio Urday
El proceso de gestación de un libro como el tuyo suele ser muy largo. Cuéntame un poco cómo surgió la idea y qué desarrollo tuvo, hablando especialmente del texto y no tanto de su proceso de publicación, que sabemos que fue largo y difícil.
El proceso de gestación es ignoto porque contiene mucho material reciclado, cuentos y poemas escritos en los ochenta, es un traveling de muchos viajes, ciudades en las que viví, como NY, o pasé raspando, tipo Tokio. Pero la idea central y su desarrollo ocurre el 11S cuando el primer avión impacta en la torre y me tocan la puerta para decirme ¡prende la tele! Entonces creí que no había otra cosa que narrar, que era un asistente privilegiado al fin del mundo y que este Apocalipsis en vivo y en muerto sería la sombra bajo la cual tendría que caminar el resto de mi vida. Ahora, su desarrollo empezó con la recopilación de todos los artículos, crónicas, canciones, películas, hoaxes y demás dispositivos para hacerlos funcionar en una maquinaria saturada de información que se hizo ciclópea y me tuvo esclavizado desde el 2001 hasta el 2003 en Lima, los dos años siguientes en NY y corrigiéndola desde el 2006 hasta las puertas de la imprenta este año, en Arequipa.
Leer el libro completo me ha traído algunos descubrimientos que los reseñistas locales no han resaltado y/o percibido. Por ejemplo el sesgo antibélico de Bombardero. Puedes explicar la importancia de ello en tu obra?
Tiene importancia capital, no podía ser otra cosa que el gran eje temático. "Bombardero es un testimonio sobre la violencia y la guerra, y a la vez un alegato en contra de los fanatismos", dijo Fernando Ampuero. Sánchez Hernani en El Dominical escribió: "es un megatexto cuyo cuerpo central es un gran alegato antibélico", mientras que Mirko Lauer extendió el sesgo que identificas: "a William Burroughs le debe Gutiérrez, ciertamente, la idea del peligro, la idea de que todo este mundo novedoso de la tecnología es peligroso, no en el sentido reaccionario de la gente que dice 'es peligroso el futuro, la cosa no es ya como era antes'. No así: es peligroso en el sentido de que, en el mundo que se viene, el peligro va a ser un elemento nuestro de cada día, si no lo es ya en algunos lugares. Y es Burroughs, y es Gutiérrez quien nos introduce a un mundo en el que casi uno podría decir la frase: 'cómo podríamos vivir sin peligro'".
El libro tiene numerosas páginas de buena poesía. Sin embargo, siento que de todos modos hay una historia y un devenir diegético. ¿Desde el principio quisiste escapar a estas torpes delimitaciones genéricas de "poesía", "novela", "ensayo"?
Nadie puede escapar al destino que se traza. Y yo soy un trazado de todas estas cosas, mira: empecé escribiendo sobre rock en un pequeño periódico de mi pueblo, en cierto momento me metí a un taller de poesía, después me cayó del cielo un trabajo como periodista, luego fundé alguna revista de ensayos y así, de manera caótica y espontánea, se fue organizando mi relación con el teclado. Por eso nunca me sentí necesariamente poeta, ni prosista, ni rockero, ni ensayista. Razón por la cual cuando me vi envuelto en esta historia de los aviones y la guerra y el amor, me apasioné tanto que lo dejé todo —país, familia, trabajo, todo— porque sentía que esto, que amalgamaba todos mis intereses, era el territorio más fértil para desarrollar mi relación con las letras. Por eso hice este libro que para muchos no es novela, para otros sí, algunos creen que es prosa poética. Pero yo lo construí con eso que acertadamente llamas "devenir diegético". Y también creo que, desde el principio, no es que quisiera escapar a esas delimitaciones sino que no podía hacerlo porque sencillamente hacía años que estaba atrapado en mi propia, digamos, telaraña dietética, que aparece tras esa selva de datos y esa bruma de versos.
Las referencias y agradecimientos, guiños e intertextualidades que consignas en Bombardero, aunque son numerosas, me parece que no son todas. ¿Tuviste que simplificar o dejar de lado ramificaciones del texto para dar una versión más asimilable del mismo?
Esta es una pregunta que agradezco. Si bien es cierto la novela es un terreno fértil para el hipertexto sin citar las fuentes, la historia de la literatura está preñada de célebres novelistas saqueadores que jamás usaron las comillas ni —mucho menos— consignaron sus referentes. Pero yo sentí que debía ser absolutamente fiel a mis fuentes. Por eso las consigno en cursivas. Es más, destiné 20 páginas para consignar todos los guiños, pero encontraba tantos entroncamientos que en cierto momento me sentí un exégeta de mí mismo, sentí que estaba invadiendo un territorio ajeno, que estaba profanando la labor de los teóricos, de los académicos. Y aunque mi queridísima amiga Mónica Belevan, que estuvo al cuidado de la edición, siempre se opuso a consignar los hipertextos —la llamada Caja Negra—, le desobedecí e incluí los referentes capitales. Ahora, es preciso aclarar que cuando copias a uno estas plagiando, pero cuando en un párrafo convocas a cuarenta, la cosa cambia para peor: te estás enfrentando al problema de la calidad de la mezcla de la cual, además, tiene que brotar de manera brillante eso que Lyotard llamó "una nueva estructura de sentimiento".
Tu libro ciertamente exige un lector muy preparado. Pero a la vez siento que cualquier joven metido en toda la onda de internet y el rock y las nuevas tecnologías puede entenderte bien. ¿Cuál es tu lector ideal y por qué?
Créeme que mientras escribía ese libro jamás pensé en un lector ideal. Es más, siempre creí que esta chifladura jamás encontraría un solo lector. Y el tiempo me fue dando la razón porque ni siquiera los editores, que se supone son lectores por antonomasia, querían leerla. Por eso es que este libro sale casi-casi por un golpe de suerte. Ahora, me parece extraordinario lo que dices, que cualquier joven metido en la onda Internet, el rock y las nuevas tecnologías pueda entenderlo. Porque si hay algo a lo que aspire un autor édito es llegar a los más jóvenes, que con frecuencia son los más rápidos, avispados e implacables.
Te propusiste hacer una "novela de vanguardia" o es que simplemente respondiste a una necesidad -de corte poético-lingüístico- muy particular e íntima. ¿Tal vez un punto medio?
Una parte de esta respuesta está al pie de tu tercera pregunta. Ahora, en el arte nadie puede embaucar bien si no sabe perfectamente cómo funciona el truco. Nadie puede hacer un buen circo si no está seguro de que los enanos no le crezcan. Y así como hay domadores a los que se les escapa la tortuga, hay circos con enanos que juegan en la NBA y escritores a los que un susurro les arrebata la pluma. Por eso, deliberadamente me planteé violentar los procedimientos extremando las posibilidades de un aparato que no existe pero que, metafóricamente, inventé: es una mezcla de PC, i-Pod y sintetizador. En ese "aparato" metí poemas, canciones, cuentos, noticias, libros, discos, películas, gráficos, coordenadas, cifras, canciones, fragmentos en ruso, italiano, latín, alemán, español, árabe, quechua, idish, catalán, holandés, francés y japonés. Metí también 176 tipos de letras y 36 wingdings. Así las cosas, el resultado podía ser o una genialidad o un desastre, pero en ningún caso podría dejar de ser, por lo menos, diferente. Ahora, siempre pensé que si no resultaba, que si todo esto naufragaba, el conjunto debería salvarse por lo que de poético contuviera. Digamos que usé a la poesía como tabla de salvación. La religión, las religiones, están muy presentes, ridiculizadas o exaltadas, en el texto. ¿Por qué? Porque Dios es un lujo que ningún mortal debería permitirse. El Corán, la Biblia, el Gilgamesh o el Bhagavad Gita son libros de guerra y el autor de 80m84rder0 se encarga de extraer los versículos más feroces para desvelar a los dioses como apocalípticos inductores de la guerra y a sus siervos como ejecutores de esos mandamientos. Uzbecos, tayikos, hazaras, tadjiks, ismailíes, islamistas, cristianos, budistas, shintoístas y otras maneras dialogar con los dioses contactan con ciertas variantes aristotélicas: la síntesis cosmológica de los elementos químicos, las ciencias de la relatividad, la física de las partículas, las ciencias de la computación y el idioma molecular de la biología. Así, el narrador se presenta como un sujeto ácrata, ateo impenitente y combatiente feroz de todas las ortodoxias y bombardero de todas las divinidades, menos una: el amor, su única patria, su única religión.
Mirko Lauer ha dicho, desde una posición demasiado culturosa tal vez, que Bombardero es un libro para la relectura antes que un libro para el entretenimiento. A mí me parece más bien que un lector despierto y actualizado se podría divertir mucho hojeando el texto como quien otea la red o zappea. Qué dices?
No creo que la lectura de Lauer fuera más culturosa que brillante. La profundidad de su exégesis, inclusive, desveló algo que los críticos menos avisados jamás entenderían. Dijo, por ejemplo, que este libro instaura "una revolución paralela de los sentidos, de los mercados y de los ritmos". Tampoco me parece culturoso que haya hallado paralelismos con William Gibson, Philip K. Dick, David Mamet o Kurt Vonnegurt. O con el sueño de Faulkner al "colorear" la novela. O al hablar de esos isotipos con los que se combate la estructura central del autismo. O al decir que con este libro se acelera la llegada de la modernidad y que 80m84rd3r0 inventa un nuevo país para los peruanos. Para nada culturosa tampoco me parece cuando tú lo vinculas con Tres tristes tigres, Abrapalabra y Finnegans Wake. O cuando Niki Tito establece un puente con El cuerpo de Giulia-no de Eielson y Sánchez Hernani con En Escalas melografiadas de Vallejo o La casa de cartón de Martín Adán "en su resuelto interés de modificar los límites del género narrativo". ¿Todas estas referencias hacen de este un libro oscuro e impenetrable? No creo. Yo creo, más bien, en lo que dijo Fernando Ampuero, que está lleno de humor: "el autor es un ser camaleónico pues oficia roles diversos, ya que a veces es un cronista y otras un historiador, un humorista, un novelista psicodélico, un escritor de prosa refinada y un loco verborreico, pero casi siempre un poeta en trance agónico de ser un hombre de su tiempo". Opinión que empata con lo que escribió Sanchez Hernani: "La técnica narrativa se parece, más bien, a ese tipo de redacción que viene consolidándose con el uso de la tecnología informática y de la telefonía celular para enviar mensajes". Así que tengo la impresión de que los lectores, como bien señalas, se van a divertir mucho hojeando el texto como quien otea la red o zappea la tele.
Hablaste del amor como único principio. El narrador de tu novela yo lo calificaría como un romántico posmoderno, qué piensas?
Claro. Pese a su impronta satírica y delirante, el narrador sólo es un pobre sujeto enamorado. Como me decía justamente ahora la señorita Belevan, “el libro tiene una enorme densidad emocional, una suerte inesperada de Hollywood ending: las últimas páginas, con su letanía de ‘he vistos’, son como prolongaciones de las Cartas del Vidente de Rimbaud, páginas de una resignación exultante, diríase hasta heroica. Y por eso, más que un libro sobre la violencia, acaba siendo un libro del amor, del buen amor”. Ese por el cual gustosamente hay que inmolarse.
Finalmente, si te pidieran resumir en un párrafo Bombardero, como para que un lector que todavía no la ha leído se haga una idea, qué dirías?
Que contiene viajes, guerras y amores. Y que tiene mucho humor y mucha tristeza.
Qué rico estás, papichulo
ResponderBorrar(Amanda de Monterrey, México)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarórele, amanda, órele!
ResponderBorrarQué asco. En Cosas!! Eso es ser under?
ResponderBorrarPura pose y un ego monstruoso!
Apestas!
y sí, aki apesto a combustible caliente
ResponderBorrarÁnimo y alto octanaje, mi estimado Dr. Strangelove. Hay quienes no entenderán tu llamado a las armas desde una revista de frivolidades, pero eso ya lo sabías. Entre ellas, algunas admiradoras: las más feas, sin duda. Te lo dice con conocimiento de CAUSA una que acaba de hacer lo mismo desde Caras.
ResponderBorrarBesito,
Yu Lai